Ahora que llega la Semana Santa, aprovecho para presentaros alguna de las obras relacionadas con el tema y como no, con las matemáticas, de la mano de Dalí.
Dalí llevó acabo en sus obras un extraordinario desarrollo de las matemáticas.
Como los maestros clásicos, aplica el conocimiento científico al equilibrio de las composiciones.
En 1955, Salvador Dalí
(1904-1989) pinta un tema clásico, la Última Cena de Jesucristo con sus
Apóstoles (óleo sobre lienzo,167 x 268 cm. National Gallery of Art -
Washington), y lo hace colocando la escena en el interior de un dodecaedro.
El
dodecaedro era el símbolo platónico del Universo, ya que en él se pueden
inscribir los otros cuatro poliedros regulares que, decían los Pitagóricos,
corresponden a los cuatro elementos (aire, agua, tierra y fuego). Doce son las
caras pentagonales del dodecaedro y doce fueron los Apóstoles. Las proporciones
que rigen esta composición se rigen por el número de oro, presente a su
vez varias veces en los pentágonos regulares.
Pero Dalí fue mas allá del uso técnico de las matemáticas y las incorporó como forma de expresión artística. Usó figuras abstractas como el cubo, la esfera o el dodecaedro, junto con otras casi inéditas en arte, como el hipercubo, un objeto de cuatro dimensiones, inimaginable salvo para los matemáticos, que el pintor utilizó en su cuadro “La crucifixión” (1954) o “Corpus Hypercubus”, en el que muestra a Jesús crucificado sobre una cruz de cuatro dimensiones formada por ocho cubos unidos por sus caras. El dibujo se adelantó en 20 años a la representación matemática de Thomas Banchoff que en 1975 publicó un artículo en el Washington Post ilustrado con la obra de Dalí.